A Enfocarse en los Vulnerables, No en el Número de Contagios
El 21 de mayo de este año publiqué un artículo en mi blog titulado “Reapertura: Del Aplanamiento de la Curva al Control del Covid-19”. Allí expresé que, aunque no soy experto en salud pública, soy un ciudadano preocupado por el bienestar general de mis congéneres, y quien aspira a una solución racional para la pandemia del Covid-19, sin tener que recurrir a confinamientos totales y prolongados de la población.
En las etapas tempranas del contagio en Panamá, en la segunda semana de marzo, se procedió a una cuarentena total siguiendo un comportamiento similar al de otros países, y como reacción natural frente un virus traicionero que tarda varios días en manifestarse.
En ese momento, ya se tenía conocimiento en todas partes que el Covid-19 es una enfermedad respiratoria viral que se suma a la ya conocida familia de los coronavirus. Entre sus antecedentes podemos mencionar el SARS-CoV-I detectado en Hong Kong en 2003, y su otro primo, el MERS- CoV detectado en Arabia Saudita en 2012. Al ser enfermedades respiratorias virales se transmiten fácilmente de persona a persona a través de gotitas de saliva cuando alguien estornuda o conversa muy cerca con otras personas, tal como ocurre con el resfriado común o la influenza.
Asimismo, las estadísticas mostraron que el virus toma mas tiempo en manifestarse que las otras enfermedades respiratorias, lo que hace mas fácil y rápida su tasa de transmisión entre las personas. Sin embargo, las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de gobiernos alrededor del mundo, indican que el 80 porciento de la población experimenta síntomas leves o son asintomáticos, alrededor de un 15 porciento son gravemente afectados quizás requiriendo asistencia respiratoria, mientras que un 5% entran en fase critica necesitando ventilación y con pocas probabilidades de sobrevivir.
Otro característica importante del Covid-19 es que ataca agresivamente a las personas con condiciones crónicas o cuadros de salud delicados, ya sean personas de la tercera edad o no tan mayores. Por ello, los adultos mayores que ya vienen con alguna afección producto de la edad o personas con padecimientos como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensos, cáncer, inmunodeficientes, entre otros, tienen una alta probabilidad de sucumbir ante el coronavirus. Estas son la personas que mayormente abarrotan las unidades de cuidados intensivos de los hospitales en todas partes del mundo, generando temor en las autoridades de salud al no contar con suficientes camas y equipos para atender la avalancha de gente vulnerable.
Al manifestarse la epidemia en Panamá, las autoridades de salud decretaron el estado de emergencia el 13 de marzo y posteriormente la cuarentena total, estableciendo un estado de confinamiento general, con miras a proteger la salud de la población y con la esperanza de contener el contagio a nivel general. Sin embargo, hoy 12 de julio, casi a cuatro meses de que se tomaran dichas medidas, el nivel de personas contagiadas se ha incrementado progresivamente desde finales de mayo, y disparándose aún mas en el mes de julio.
Esta situación esta obligando al gobierno nacional a una reevaluación de las medidas tomadas y replantear el curso de acción, partiendo de los hechos que ya conocemos. Al respecto, me permito hacer unas cuantas sugerencias de políticas que a mi juicio se podrían intentar para no solo contener la propagación del virus, sino también para iniciar la reapertura puntual y con fechas específicas de la economía nacional.
Primero, sugeriría colocar a todos los contagiados leves en hoteles, no en casas. El enviarlos a casa genera un mayor nivel de contagio ya que es difícil controlar el comportamiento de la persona en el seno familiar. Somos una cultura influida por el calor del trópico, lo que nos hace inquietos, y más aún si estamos padeciendo una enfermedad que sabemos nos afectará de forma leve. Además, el Covid-19 ha puesto de manifiesto el gran nivel de desigualdad socioeconómica que existe en el país, así como el pobre nivel de educación reflejado en el comportamiento de ciertos ciudadanos que no respetan las medidas de salud y mucho menos la cuarentena. Además, esta medida sería un estímulo a la economía de un sector tan golpeado como el hotelero.
Segundo, recomendaría hacer una campaña nacional en los medios de comunicación y redes sociales solicitando a las personas con enfermedades crónicas o con cuadros de salud delicados abstenerse de salir hasta que las medidas del gobierno alcancen un grado importante de control de la pandemia. La campaña debe concientizar a la población para que, en los puestos de trabajo, escuelas, estadios, gimnasios, cines, teatros y cualquier otro espacio social mantengan el uso de la mascarilla y la distancia prudente en frente de los vulnerables.
Tercero, recomendaría incorporar a las clínicas privadas al esfuerzo nacional para la atención de las personas contagiadas, en apoyo al sistema de salud nacional, además de contratar más personal de salud y de habilitar instalaciones médicas en centros de convenciones. Desde un principio, varios países levantaron hospitales en tiendas de campaña y otras instalaciones al ver la avalancha que se les venía encima. A esta altura del partido, ya todos los hospitales públicos en Panamá deben tener los equipos de protección para los trabajadores de la salud, de manera que puedan atender a los pacientes sin temor a ser infectados, ni poner en riesgo sus propias vidas por trabajar sin la indumentaria médica apropiada.
Cuarto, siendo el Covid-19 una enfermedad respiratoria, la campaña nacional en los medios debería incluir un mensaje puntual a la población para que busque atención médica temprana y de prevención al sentir el mínimo síntoma, sea un desgano, dolor de garganta, tos o fiebre leve, especialmente ahora que estamos en época lluviosa y comienzan a aparecer los resfriados comunes.
Quinto, sugeriría y enfocaría las pruebas de detección del Covid-19 (PCR) en las áreas de mayor contagio (Chorrera, Arraijan y San Miguelito, y a dondequiera que vayan surgiendo nuevos brotes, darles seguimiento a esos contagios, de manera que se vayan apagando los fuegos aquí y allá. Pienso que hasta este momento ya Panamá Centro, Este y Oeste deben estar mayormente contagiados (por aquellos que mandaron para sus casas y otros irresponsables que no cumplen las indicaciones de las autoridades de salud).
Sexto, seria recomendable realizar muestreos con pruebas de anticuerpos (Rapid Diagnostics Test-RDT aprobadas por la Agencia de Drogas de EU), aplicados en las capitales provinciales para ubicar y tener una idea de las personas asintomáticas y/o para detectar niveles de inmunidad entre la población. Estas pruebas deben tener arriba del noventa por ciento de especificidad y sensitividad para lograr la menor cantidad posible de falsos positivos y falsos negativos. Este tipo de pruebas serian un complemento a las pruebas PCR y contribuirían al monitoreo y seguimiento de la enfermedad.
Cuando se realice la reapertura de las actividades económicas, se le debe permitir a las empresas e instituciones realizar pruebas de anticuerpos (RDT) a su personal. Tengo entendido que ya el Canal de Panamá está en proceso de implementar estas pruebas a sus colaboradores.
Pienso que las sugerencias arriba citadas, permitirán al gobierno una reapertura de las actividades económicas en un tiempo perentorio, donde el enfoque ya no será contar cuantas personas se contagiaron hoy, sino cuanto ha sido la reducción de pacientes que han ingresado a la unidad de cuidados intensivos o a las salas de atención general de los hospitales, a parte de evitar más fallecimientos.
En suma, si el gobierno se enfoca en la protección de las personas vulnerables, ya no tendrá que preocuparse por el número de contagios diarios. Ya los ciudadanos saben a que atenerse. Y dependerá de cada uno cuidar a sus seres queridos con salud delicada, como yo he estado pendiente de algunos familiares que padecen de enfermedades crónicas.
Si el confinamiento no resultó en más de tres meses, seguir con esta política llevará al país a la quiebra económica con la consecuente vorágine de violencia e inestabilidad política que nadie desea.
Las autoridades y expertos de salud han hecho una labor encomiable en su esfuerzo de proteger la salud de la población, pero la realidad ahora obliga a velar por la salud socioeconómica de la nación, y para eso se requiere liderazgo. Como decía el analista norteamericano Zakaria Fareed, la guerra es un asunto demasiado delicado para dejárselo solo a los generales.
Necesitamos que el Presidente le imprima una nueva dinámica al combate de la pandemia, reabriendo las actividades económicas, sea por región o sectores, al mismo tiempo que coexistimos y combatimos el Covid-19.
Ya muchos países han reactivado sus economías y los brotes continúan surgiendo en diferentes sitios, como en Japón donde resido, pero ahora es la etapa de volver al trabajo, coexistiendo con el Covid-19 y priorizando la protección de los vulnerables.
Dr. Ritter Díaz
Consultor Independiente de Negocios y Gubernamental
Ex Embajador de Panamá en Japón